Ciudad del Vaticano, 13 ago 08.- Benedicto XVI, tras su estancia de dos semanas en Bressanone, donde ha transcurrido un tiempo de reposo, ha manifestado su alegría al encontrar de nuevo a los habitantes de Castelgandolfo y a los peregrinos reunidos en el patio del Palacio Apostólico con motivo de la celebración de la Audiencia General.
Una vez más el Papa ha agradecido a todos, las atenciones recibidas durante su estancia en la montaña, “han sido días de serena distensión durante los cuales no he dejado de recordar al Señor, a cuantos se confían a mis oraciones, escribiéndome que rece por ellos, ante las dificultades y preocupaciones que les afligen en su vida diaria”. Y les ha asegurado que para todos ellos tiene un recuerdo especial en la cotidiana celebración de la Santa Misa y en el rezo del santo Rosario.
“Quien reza no pierde nunca la esperanza, aunque tenga que encontrarse en una situación difícil o incluso humanamente desesperada”, esto nos enseñan las Sagradas Escrituras y esto nos lo testimonia la historia de la Iglesia, ha dicho Benedicto XVI, corroborándolo con el testimonio de dos santos de nuestra época cuya memoria recordamos estos días: Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) cuya fiesta hemos celebrado el 9 de agosto, y Maximiliano María Kolbe que recordaremos mañana 14 de agosto, vigilia de la Solemnidad de la Asunción de la Beata Virgen María.
“Aparentemente sus vidas podrían parecer una derrota, pero precisamente en su martirio, en el campo de concentración de Auschwitz, resplandece el fulgor del amor que vence las tinieblas del egoísmo y del odio. El Papa ha recordado una frase atribuida a Maximiliano Kolbe en 1941 antes de ser asesinado: “El odio no es una fuerza creativa, lo es solo el amor” y también una frase de Edith Stein, pronunciada un año después, a tres días de su dramática muerte: “Estoy preparada a todo. Jesús está también aquí en medio de nosotros”.
Teresa Benedicta de la Cruz en el campo de concentración se distinguió por compartir la paz y entregarse a los demás, ha recordado el Santo Padre. La oración fue el secreto de esta copatrona de Europa que después de haber elegido la paz de la vida contemplativa tuvo que vivir hasta sus últimas consecuencias el misterio de la Cruz. “Ave María”, fue ésta en cambio la última invocación que salió de los labios de san Maximiliano Kolbe mientras tendía el brazo al verdugo para que le inyectara acido fénico.
“Es conmovedor constatar -ha enfatizado Benedicto XVI-, cómo el recurso humilde y confiado a la Virgen sea siempre manantial de valentía y serenidad. Mientras nos preparamos para celebrar la Solemnidad de la Asunción, una de las celebraciones más queridas por la tradición cristiana renovamos nuestra confianza a Ella que desde el cielo intercede, con amor maternal, por todos nosotros”.
Después de finalizar la Audiencia General el Santo Padre ha saludado a los peregrinos presentes en el patio del palacio Apostólico de Castelgandolfo en distintas lenguas, aludiendo en el caso español a la figura de este santo franciscano polaco que dio su vida en lugar de un compatriota, padre de familia: “Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Os invito a contemplar con fervor el testimonio de san Maximiliano María Kolbe. Siguiendo sus huellas, acoged con humildad la Palabra de Jesucristo, meditadla cada día y llevadla a la práctica con valentía y constancia. A ejemplo suyo también, poneos bajo el dulce amparo de la Virgen María, rezando el Santo Rosario y confiando siempre en su amor de Madre. Que Dios os bendiga”.
Como siempre, el Santo Padre, antes de finalizar la audiencia se ha dirigido a los jóvenes a los enfermos y a los recién casados: “Queridos amigos, que la luz de Cristo, ilumine vuestra vida y la fecunde de bien”.
Una vez más el Papa ha agradecido a todos, las atenciones recibidas durante su estancia en la montaña, “han sido días de serena distensión durante los cuales no he dejado de recordar al Señor, a cuantos se confían a mis oraciones, escribiéndome que rece por ellos, ante las dificultades y preocupaciones que les afligen en su vida diaria”. Y les ha asegurado que para todos ellos tiene un recuerdo especial en la cotidiana celebración de la Santa Misa y en el rezo del santo Rosario.
“Quien reza no pierde nunca la esperanza, aunque tenga que encontrarse en una situación difícil o incluso humanamente desesperada”, esto nos enseñan las Sagradas Escrituras y esto nos lo testimonia la historia de la Iglesia, ha dicho Benedicto XVI, corroborándolo con el testimonio de dos santos de nuestra época cuya memoria recordamos estos días: Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) cuya fiesta hemos celebrado el 9 de agosto, y Maximiliano María Kolbe que recordaremos mañana 14 de agosto, vigilia de la Solemnidad de la Asunción de la Beata Virgen María.
“Aparentemente sus vidas podrían parecer una derrota, pero precisamente en su martirio, en el campo de concentración de Auschwitz, resplandece el fulgor del amor que vence las tinieblas del egoísmo y del odio. El Papa ha recordado una frase atribuida a Maximiliano Kolbe en 1941 antes de ser asesinado: “El odio no es una fuerza creativa, lo es solo el amor” y también una frase de Edith Stein, pronunciada un año después, a tres días de su dramática muerte: “Estoy preparada a todo. Jesús está también aquí en medio de nosotros”.
Teresa Benedicta de la Cruz en el campo de concentración se distinguió por compartir la paz y entregarse a los demás, ha recordado el Santo Padre. La oración fue el secreto de esta copatrona de Europa que después de haber elegido la paz de la vida contemplativa tuvo que vivir hasta sus últimas consecuencias el misterio de la Cruz. “Ave María”, fue ésta en cambio la última invocación que salió de los labios de san Maximiliano Kolbe mientras tendía el brazo al verdugo para que le inyectara acido fénico.
“Es conmovedor constatar -ha enfatizado Benedicto XVI-, cómo el recurso humilde y confiado a la Virgen sea siempre manantial de valentía y serenidad. Mientras nos preparamos para celebrar la Solemnidad de la Asunción, una de las celebraciones más queridas por la tradición cristiana renovamos nuestra confianza a Ella que desde el cielo intercede, con amor maternal, por todos nosotros”.
Después de finalizar la Audiencia General el Santo Padre ha saludado a los peregrinos presentes en el patio del palacio Apostólico de Castelgandolfo en distintas lenguas, aludiendo en el caso español a la figura de este santo franciscano polaco que dio su vida en lugar de un compatriota, padre de familia:
Como siempre, el Santo Padre, antes de finalizar la audiencia se ha dirigido a los jóvenes a los enfermos y a los recién casados: “Queridos amigos, que la luz de Cristo, ilumine vuestra vida y la fecunde de bien”.
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