Ciudad del Vaticano, 16 sep 08.- El viaje que Benedicto XVI ha realizado a Francia con motivo del 150 aniversario de las Apariciones de la Virgen en Lourdes deja «ciertamente un balance muy positivo, que se inserta en la serie de los viajes pontificios de este año –como el de Estados Unidos y Australia-, en los que se le ha brindado una gran acogida. Una acogida muy disponible, abierta y sin prejuicios en la que el Papa ha podido ofrecer su mensaje con serenidad. Tanto para la Iglesia como para la sociedad». Con estas palabras, el P. Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede y de nuestra emisora, ha sintetizado el feliz logro de la peregrinación que acaba de realizar el Papa rumbo al santuario mariano de Lourdes, pasando por París.
Tras destacar que «los ecos positivos registrados en Francia y en todas partes confirman que el viaje ha alcanzado plenamente sus objetivos», el P. Lombardi se ha referido al tema de «la laicidad positiva, que marcó el comienzo de la visita en la capital francesa y el encuentro en el Elíseo.
En un clima de serenidad, constructivo y de capacidad de diálogo para colaborar y dar –por parte de las diversas instituciones, tanto del Estado como de la Iglesia– una mejor contribución por el bien común de los ciudadanos». Lourdes ha sido la etapa culminante de este viaje: «Sí la etapa de Lourdes ha sido la etapa culminante, desde el punto de vista espiritual. Si bien, ciertamente en París – tanto en las Vísperas en Notre Dame, como en la gran Misa en la Explanada de los Inválidos, tuvieron una calidad espiritual impresionante. Una gran participación, una participación atenta, que dio la sensación de que también en la capital hay una Iglesia viva, que es portadora de un profundo y genuino testimonio de fe. En Lourdes está el manantial de la espiritualidad y de la espiritualidad del pueblo cristiano, con su característica ternura mariana. El Papa en sus homilías, en sus intervenciones, hizo una catequesis a partir de las apariciones. Me impactó mucho cómo supo poner de relieve el tema de la luz, que es característico de las apariciones de la Virgen en la gruta. El tema de la construcción de la Iglesia, que la Virgen pidió en sus apariciones. El tema de la orientación cristológica y teocéntrica de las apariciones de María, que rezaba junto con Bernardette en el momento del Gloria Patri. Así como es muy bello, el tema de la sonrisa de María, que acoge y que difunde la alegría y la serenidad también en la vida de aquellos que sufren. En la vida de todos aquellos que se dirigen al Señor, en su humildad y en su pobreza con confianza. Me parece que el tema de la sonrisa de María y de la esperanza ha sido el culmen casi natural de este viaje, que indica el gran tesoro que la Iglesia posee, al poder ayudar a encontrar el sentido de la vida también en las situaciones más difíciles».
El P. Lombardi nos ha hablado también del importante encuentro de Benedicto XVI con los obispos franceses: «El Papa, naturalmente, ha encontrado a la Iglesia francesa por medio de los obispos en su totalidad y le ha dado un mensaje. Ha dado, de forma muy serena, un mensaje precisando algunas orientaciones, como Pastor universal. Ha dado sus puntos principales que se refieren a los problemas de la Iglesia en la sociedad francesa: la falta de vocaciones y de sacerdotes; las problemáticas de la familia; del diálogo ecuménico e interreligioso y del diálogo con la sociedad. Lo ha hecho con una gran serenidad y anhelo constructivo. Por lo que aquellos que hablaban de una situación de la Iglesia francesa en dificultad, ciertamente encuentran de parte del Papa una confianza – un inyección de confianza. Porque, cuando nos enlazamos con los manantiales de la espiritualidad cristiana, de la fe, se pueden afrontar también situaciones difíciles. Mirando hacia adelante con la convicción de dar una contribución positiva. Además, el gran discurso sobre la cultura, pronunciado en el College des Bernardins, ha dado muy claramente la sensación de que el tema sobre las raíces cristianas - sobre el que los Papas han insistido tanto – no es un eslogan, sino que tiene contenidos ricos y precisos. El Papa ha hecho ver muy bien cómo, precisamente, a partir de la búsqueda de Dios, a partir de una vida religiosa, se desarrollan tantas dimensiones de la cultura. Letras, artes, música, interpretación de textos, laboriosidad práctica, todas dimensiones absolutamente fundamentales de nuestra cultura europea. Por lo que, la Iglesia, la sede cristiana, se siente presente en lo íntimo de nuestra cultura y desea seguir estándolo también en el futuro».
Tras destacar que «los ecos positivos registrados en Francia y en todas partes confirman que el viaje ha alcanzado plenamente sus objetivos», el P. Lombardi se ha referido al tema de «la laicidad positiva, que marcó el comienzo de la visita en la capital francesa y el encuentro en el Elíseo.
En un clima de serenidad, constructivo y de capacidad de diálogo para colaborar y dar –por parte de las diversas instituciones, tanto del Estado como de la Iglesia– una mejor contribución por el bien común de los ciudadanos». Lourdes ha sido la etapa culminante de este viaje: «Sí la etapa de Lourdes ha sido la etapa culminante, desde el punto de vista espiritual. Si bien, ciertamente en París – tanto en las Vísperas en Notre Dame, como en la gran Misa en la Explanada de los Inválidos, tuvieron una calidad espiritual impresionante. Una gran participación, una participación atenta, que dio la sensación de que también en la capital hay una Iglesia viva, que es portadora de un profundo y genuino testimonio de fe. En Lourdes está el manantial de la espiritualidad y de la espiritualidad del pueblo cristiano, con su característica ternura mariana. El Papa en sus homilías, en sus intervenciones, hizo una catequesis a partir de las apariciones. Me impactó mucho cómo supo poner de relieve el tema de la luz, que es característico de las apariciones de la Virgen en la gruta. El tema de la construcción de la Iglesia, que la Virgen pidió en sus apariciones. El tema de la orientación cristológica y teocéntrica de las apariciones de María, que rezaba junto con Bernardette en el momento del Gloria Patri. Así como es muy bello, el tema de la sonrisa de María, que acoge y que difunde la alegría y la serenidad también en la vida de aquellos que sufren. En la vida de todos aquellos que se dirigen al Señor, en su humildad y en su pobreza con confianza. Me parece que el tema de la sonrisa de María y de la esperanza ha sido el culmen casi natural de este viaje, que indica el gran tesoro que la Iglesia posee, al poder ayudar a encontrar el sentido de la vida también en las situaciones más difíciles».
El P. Lombardi nos ha hablado también del importante encuentro de Benedicto XVI con los obispos franceses: «El Papa, naturalmente, ha encontrado a la Iglesia francesa por medio de los obispos en su totalidad y le ha dado un mensaje. Ha dado, de forma muy serena, un mensaje precisando algunas orientaciones, como Pastor universal. Ha dado sus puntos principales que se refieren a los problemas de la Iglesia en la sociedad francesa: la falta de vocaciones y de sacerdotes; las problemáticas de la familia; del diálogo ecuménico e interreligioso y del diálogo con la sociedad. Lo ha hecho con una gran serenidad y anhelo constructivo. Por lo que aquellos que hablaban de una situación de la Iglesia francesa en dificultad, ciertamente encuentran de parte del Papa una confianza – un inyección de confianza. Porque, cuando nos enlazamos con los manantiales de la espiritualidad cristiana, de la fe, se pueden afrontar también situaciones difíciles. Mirando hacia adelante con la convicción de dar una contribución positiva. Además, el gran discurso sobre la cultura, pronunciado en el College des Bernardins, ha dado muy claramente la sensación de que el tema sobre las raíces cristianas - sobre el que los Papas han insistido tanto – no es un eslogan, sino que tiene contenidos ricos y precisos. El Papa ha hecho ver muy bien cómo, precisamente, a partir de la búsqueda de Dios, a partir de una vida religiosa, se desarrollan tantas dimensiones de la cultura. Letras, artes, música, interpretación de textos, laboriosidad práctica, todas dimensiones absolutamente fundamentales de nuestra cultura europea. Por lo que, la Iglesia, la sede cristiana, se siente presente en lo íntimo de nuestra cultura y desea seguir estándolo también en el futuro».
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