Tokio, 7 Abr. 09.- La misión de los religiosos agustinos en Japón es viva y floreciente. Han pasado 371 años desde el martirio de los dos beatos agustinos, Tomás Jihyoe de San Agustín y Miguel de San José. Tras esta experiencia, la congregación –que llegó a Japón a los inicios del siglo XVII- estuvo ausente por 315 años, para después retornar a mitad del siglo pasado, gracias a tres misioneros americanos. Tras 56 años de la nueva constitución de una fraternidad Agustina en el Sol Levante, la comunidad cuenta con 13 frailes, un estudiante pre novicio y un oblato. Tres provienen de los Estados Unidos, uno de Filipinas, y todos los otros son japoneses, lo que constituye un signo de esperanza para la presencia Agustina en el país: el objetivo primario de la nueva misión es el fundar y radicar en Japón una comunidad cristiana centrada en la espiritualidad y en el carisma de San Agustín. (…)
Los primeros misioneros agustinos llegaron a Japón en el 1602. La vida agustina atraída a nativos al punto que hubo rápidamente conversiones y nació una comunidad de religiosos y terciarios. Una imprevista persecución golpeó fuertemente a la comunidad, que tuvo numerosos mártires, todos beatificados juntos en 1867 por el Papa Pió IX.
P. Tomás Jihioye, agustino japonés, huyó de los soldados del emperador durante cinco años, evangelizando de casa en casa y moviéndose de comunidad en comunidad. Capturado en 1636, fue torturado cruelmente y murió a los 35 años. En el mismo año, 637 terciarios agustinos japoneses lo siguieron en el martirio.
Los agustinos tienen varias comunidades religiosas de hombres y mujeres que siguen la Regla de San Agustín, un código para la vida monástica redactado originalmente por San Agustín (354-430). (Resumen)
Fides
No hay comentarios:
Publicar un comentario