Juan nació en Capistrano, cerca de Aquila (Abruzzos), estudió Leyes en Bolonia, y hacia los treinta años, cuando estaba encarcelado por razones políticas, descubrió su vocación; el hecho es que en Perugia ingresó en la orden de San Francisco en 1386. Era ya una personalidad importante - jurista eminente y primer magistrado de Perusa.
Luego de un noviciado en el que hubo de pasar grandes humillaciones, estudió teología en compañía de Santiago de la Marche, bajo la dirección de Bernardino de Siena, que comunicó a sus dos discípulos su propio amor al Nombre de Jesús. Fue ordenado de sacerdote hacia el 1425 y comenzó a predicar por toda Italia, suscitando en todas partes el entusiasmo por su palabra y sus milagros.
Los papas le encargaron difíciles misiones, tanto en Europa como en Tierra Santa. En el interior de la familia franciscana, Juan trabajó también por la reforma de los Conventuales y de las Señoras Pobres en Italia y Francia. Pasaría los cinco últimos años de su vida por los caminos de Alemania, Austria, Polonia, Bohemia, Moravia, luchando contra la herejía hussita. Tras la caída de Constantinopla (1453), como la amenaza turca pesara sobre Hungría, emprendió la predicación de la Cruzada.
Contribuyó poderosamente en la defensa de Belgrado junto a Juan Hunnyada (14 de julio de 1456). Tres meses más tarde moría Juan de Capistrano agotado por la fatiga en el convento de llck (Croacia).
Su nombre evoca tierras muy lejanas cuya misma existencia él ignoraba, la misión que fundaron los franciscanos en California, al sur de Los Ángeles, pero en el mundo entonces conocido fue uno de los frailes más viajeros y universales de toda la Edad Media.
La suya no es una estampa de franciscano seráfico de los que conmueven por su ternura, y Dios le habrá puesto entre sus arcángeles guerreros que saben cumplir bélicamente su misión.
Evangelio del día
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