Virgen de Guadalupe |
Los pueblos prehispánicos de México transmitían y conservaban la memoria de su historia de generación en generación por medio de poemas y cantos que eran transcritos mediante figuras y símbolos hieroglíficos en rudas fibras de cactus, algodón, pieles o cortezas de árboles. Son los llamados “códices".
Por su parte, los historiadores son unánimes en afirmar que la figura de Nuestra Señora de Guadalupe estampada en la tilma o ayate —poncho típico de los indígenas de México— cuyo dueño era San Juan Diego, está repleto de figuras simbólicas. Característica que lo hace aún más singular, porque venía destinado a pueblos que se comunicaban justamente a través de imágenes y símbolos. En la mente indígena, el estampado de la “Madre de Dios” no era un mero retrato, bello y extraordinario, como lo fue para los misioneros y conquistadores, sino que se trataba de un Mensaje, o de un “códice” venido de los cielos.
Por medio de esta demostración sobrenatural, Nuestra Señora de Guadalupe manifestó para aquellos pueblos su cariño todo especial, su bondad sin límites y una misericordia y una suavidad que hasta entonces los indígenas nunca habían degustado.
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