Ciudad del Vaticano, 26 Feb. 09.-Benedicto XVI presidió ayer, Miércoles de Ceniza, la tradicional procesión penitencial desde la Iglesia de San Anselmo en el Aventino hasta la basílica de Santa Sabina, donde presidió la celebración eucarística. El Papa recibió la ceniza del cardenal Jozef Tomko, titular de la basílica y la impuso a los cardenales y obispos presentes, así como a varios fieles.
En la homilía, el Papa afirmó que el "tema dominante" de la liturgia de este día "es el llamamiento a la conversión". Tras recordar que estamos celebrando el bimilenario del nacimiento de San Pablo, el pontífice señaló que "el Apóstol es consciente de haber sido elegido como ejemplo, y su ejemplaridad concierne precisamente a la conversión, a la transformación de su vida gracias al amor misericordioso de Dios".
"San Pablo reconoce que todo en él es obra de la gracia divina, pero no olvida que es necesario adherir libremente al don de la vida nueva recibida en el Bautismo".
El Santo Padre se preguntó a continuación: "Cómo realizar plenamente la vocación bautismal, cómo ser victoriosos en la lucha entre la carne y el espíritu, entre el bien y el mal, una lucha que marca nuestra existencia? En el Evangelio de hoy, el Señor nos indica tres medios útiles: la oración, la limosna y el ayuno".
"En la experiencia y en los escritos de San Pablo encontramos referencias útiles al respecto", dijo. El Apóstol "exhorta a "perseverar" en la oración. (...) y a "rezar sin interrupción". Por lo que concierne a la limosna", habla de "la gran colecta a favor de los hermanos pobres, pero es necesario subrayar que para él, la caridad es lo más importante para la vida del creyente. (...) Del ayuno no habla expresamente, pero exhorta con frecuencia a la sobriedad, como característica de quien está llamado a vivir en vigilante espera en el Señor".
Benedicto XVI concluyó pidiendo que "la Cuaresma, caracterizada por una escucha cada vez más frecuente de la Palabra de Dios, por una oración mas intensa y por un estilo de vida austero y penitencial, sea un estímulo a la conversión y al amor sincero hacia los hermanos, especialmente los más pobres y necesitados".
VIS
En la homilía, el Papa afirmó que el "tema dominante" de la liturgia de este día "es el llamamiento a la conversión". Tras recordar que estamos celebrando el bimilenario del nacimiento de San Pablo, el pontífice señaló que "el Apóstol es consciente de haber sido elegido como ejemplo, y su ejemplaridad concierne precisamente a la conversión, a la transformación de su vida gracias al amor misericordioso de Dios".
"San Pablo reconoce que todo en él es obra de la gracia divina, pero no olvida que es necesario adherir libremente al don de la vida nueva recibida en el Bautismo".
El Santo Padre se preguntó a continuación: "Cómo realizar plenamente la vocación bautismal, cómo ser victoriosos en la lucha entre la carne y el espíritu, entre el bien y el mal, una lucha que marca nuestra existencia? En el Evangelio de hoy, el Señor nos indica tres medios útiles: la oración, la limosna y el ayuno".
"En la experiencia y en los escritos de San Pablo encontramos referencias útiles al respecto", dijo. El Apóstol "exhorta a "perseverar" en la oración. (...) y a "rezar sin interrupción". Por lo que concierne a la limosna", habla de "la gran colecta a favor de los hermanos pobres, pero es necesario subrayar que para él, la caridad es lo más importante para la vida del creyente. (...) Del ayuno no habla expresamente, pero exhorta con frecuencia a la sobriedad, como característica de quien está llamado a vivir en vigilante espera en el Señor".
Benedicto XVI concluyó pidiendo que "la Cuaresma, caracterizada por una escucha cada vez más frecuente de la Palabra de Dios, por una oración mas intensa y por un estilo de vida austero y penitencial, sea un estímulo a la conversión y al amor sincero hacia los hermanos, especialmente los más pobres y necesitados".
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