Ciudad del Vaticano.- Ayer por la tarde, en Viena (Austria), el cardenal Christoph Schönborn presidió la Santa Misa de acción de gracias por la beatificación de Hildegard Burjan, celebrada el domingo en la Catedral de San Esteban. El Papa Benedicto XVI recordó el mismo día, al final del Ángelus, a la nueva beata que, dijo, ofreció con su vida un "hermoso testimonio del Evangelio".
En un servicio de Radio Vaticana dedicado a la nueva beata, se explica que Hildegard Burjan, de origen judío, nació en 1883 en la entonces ciudad prusiana de Görlitz. Estudió Filosofía en la universidad de Zurich. Tras su matrimonio, y como consecuencia de una enfermedad, descubrió la fe cristiana, y fue bautizada en 1909. Se trasladó a Viena, donde fue diputada en el Parlamento austríaco. Vivió la actividad política como un servicio al Evangelio, a favor de los trabajadores oprimidos, siguiendo las enseñanzas de la Encíclica social "Rerum novarum", del Papa León XIII.
En 1912 fundó la Asociación de las obreras cristianas a domicilio. Ayudó a las poblaciones que padecían hambre, creó una red de asistencia a las familias y luchó contra el trabajo de los menores. En 1919 fundó la Congregación de las Religiosas de la "Caritas Socialis". Viviendo plenamente la familia, tuvo una hija que los médicos le habían aconsejado que abortara por motivos de salud, a lo que se opuso firmemente. En los pobres y en los que sufren veía el Rostro de Jesús y se sentía sedienta de justicia: "Con el dinero y las pequeñas limosnas -decía- no se ayuda a las personas, sino que es necesario volver a darles confianza en que son capaces de hacer algo por sí mismas".(...)
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