Ciudad del Vaticano.- Nadie podría imaginar que bajo un feo y pesado predio de los años 70 de la Alianza de Seguros, en la Vía Ostiense, 42, en las periferias de Roma, próximo a la región de la Basílica de San Pablo Extramuros, tantos tesoros arqueológicos serían revelados. Allí se esconden las catacumbas de Santa Tecla, poco conocidas y no abiertas al público, que guardan las más antiguas imágenes conocidas de los apóstoles Pablo, Pedro, Andrés y Juan, descubiertas hace poco tiempo, entre junio y setiembre de 2009. Un descubrimiento no muy fácil, hecho en condiciones húmedas y oscuras.
En la sala de conferencias de la Basílica de San Pablo Extramuros fue realizada hoy una rueda de prensa de presentación de los trabajos. Y de las nuevas sorpresas.
En 2009, de forma insospechada, con láser, fueron descubiertos frescos en un cubículo pintado en las catacumbas romanas de Santa Tecla. Los restauradores decidieron usar láser por primera vez en un ambiente catacumbal. La primera imagen recuperada fue una de San Pablo, localizada en el techo del pequeño ambiente. "La alegría de este descubrimiento era tan grande que queríamos anunciarla inmediatamente, inclusive porque aún estábamos en el Año Paulino", dijo la responsable por la restauración, Barbara Mazzei.
Pero la animación fue contenida. Y, así, sucesivos trabajos llevaron al descubrimiento, en setiembre de 2009, de otras imágenes; ahora, también de San Pedro, San Andrés y San Juan. Las más preciosas y antiguas representaciones conocidas de los apóstoles. La reciente tecnología del láser permitía la restauración de mínima invasión, y de forma extremamente puntual y selectiva, preservando la integridad de los frágiles frescos, explicaron los técnicos en la rueda de prensa. La intervención del pulido reveló un colorido excepcional de las escenas, de brillantes rayos rojos y amarillos, guirnaldas de flores rojas sobre un fondo blanco. Los frescos llaman la atención con sus colores vivos, cuya originalidad fue mantenida durante la restauración.
El cubículo de las catacumbas de Santa Tecla tiene una simple planta cuadrada con tres arcos en las laterales y es del tipo mausoleo nobiliario. Las decoraciones de la tumba confirman, según los especialistas, que se trataba de la tumba de una noble de la aristocracia romana del final del siglo IV, del tiempo de los "últimos paganos", cuando el Senado romano estaba intentando mantener la religión pagana en el Imperio Romano. Como explicó el profesor Fabrizio Bisconti, Superintendente Arqueológico de las Catacumbas, la aristocracia fue una de las últimas clases en permanecer pagana.
Los propios frescos muestran también otra cosa interesante: el estilo de la pintura de las personas de las escenas del colegio apostólico y de Cristo muestran que la persona no era capaz de pintar figuras humanas. Los cubículos fueron hechos por un grupo de personas, cada una responsable por una parte específica del trabajo. En este caso, se percibe que faltaban pintores para las figuras humanas.
El descubrimiento se coloca en un "mapa paulino" de significativa importancia devocional del Apóstol de las Gentes. Durante el pontificado del Papa Dámaso (366-384), fue realizado un proyecto político-religioso sobre la concordia ‘apostolorum' y la rehabilitación de Pablo, que pasaría a ser considerado el promotor de la conversión de los últimos paganos.
La intervención de la restauración del cubículo fue hecha por la Pontificia Comisión de Arqueología Sagrada, y realizada en colaboración y consulta con la Università Ca' Foscari de Venecia; CNR, Instituto para la Conservación y la Valorización de los Bienes Culturales de Sesto Fiorentino de Florencia; y Arcadia Pesquisas Srl de Venecia.
Gaudium Press
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