Cerro San Cristóbal |
Santiago.- Durante la jornada de ayer,
millones de personas en todo Chile peregrinaron a los principales templos y
santuarios marianos para celebrar la Solemnidad de la Inmaculada Concepción,
demostrando así, una vez más, el profundo amor y cariño de los fieles para con
su Madre, la Santísima Virgen María.
Desde muy temprano en la capital, los devotos
ascendieron hasta la cumbre del cerro San Cristóbal para saludar a la Virgen,
agradecer su intercesión e implorar su protección. Todo el día y cada una hora
se realizaron misas para atender a los miles de peregrinos que llegaron hasta
los pies de la imponente imagen. La eucaristía central fue presidida al
mediodía por el Arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati.
En su homilía, el Pastor de Santiago
destacó la piedad y fidelidad que profesa el pueblo chileno a la Madre de Dios:
“Todos, desde el norte grande al extremo sur del país, hoy se congregan
alrededor de tantos santuarios esparcidos en la geografía de Chile para decir a
la Virgen que la queremos, que la sentimos madre, que la sentimos especial
protectora de la Iglesia y de todo el pueblo”.
Reflexionando en torno a la imagen de la
Virgen del Cerro, monseñor Ezzati manifestó que “ella está ahí como madre
bondadosa que quiere ofrecernos su mano para que junto con ella caminemos en la
esperanza, el amor, en la paz y en la justicia”.
En este sentido, agregó que su figura es
un signo catequístico: “Tiene su mano izquierda dirigida hacia abajo, como para
decirnos que ella está allí para acoger nuestras intenciones, nuestro dolor,
nuestra esperanza (…) con su mano derecha nos indica el cielo, nos dice que
nuestra vida cotidiana, que nuestros esfuerzos, nuestra lucha, que nuestro
temores tienen una respuesta que está en su Hijo, Jesucristo”.
Al término de la Santa Misa el prelado
exhortó a los presentes para que “desde aquí, bendecidos por ella, de su mano,
podamos bajar a la vida de todos los días con un corazón más esperanzado, con
un deseo más intenso de ser una Iglesia testigo de Jesús y servidora, que como
María tienda la mano hacia los hermanos y hacia Dios orando y encomendando a su
bondad todas las necesidades de nuestra ciudad”.
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