fundador de la Congregación de los Clérigos
Regulares de San Pablo o Barnabitas, para la reforma de las costumbres de los fieles cristianos, y de las Hermanas
Angélicas de San Pablo. Voló al encuentro del Salvador en
Cremona, ciudad de la Lombardía.
Etimológicamente Antonio significa “florido, inestimable”.
Viene de la lengua griega.
Los santos no nacen santos sino que se forjan en el hogar, en el trabajo, en la profesión siempre y cuando se pongan
con las antenas de su vida en contacto con Alguien que les aliente en tan difícil misión o tarea.
Cuando vio la luz de este mundo en el 1502, tuvo la desgracia de perder en seguida a su padre. La madre se volcó
enteramente en su hijo dándole una educación en los valores que siempre perduran: la honradez,, la disciplina, la vida
cristiana y el amor a los demás.
Al llegar a su juventud, avalada por estos principios sólidos, le vino la idea de estudiar para hacerse sacerdote.
Juntamente con otros compañeros en el sacerdocio preparó el gran concilio de Trento, un punto clave en la historia de
la Iglesia del siglo XVI.
Fue el concilio que llevó a cabo una gran reforma en el clero y un impulso enorme en la evangelización. El puso a
disposición de todos sus estudios teológicos y de medicina.
Movido por el Espíritu de Dios, fundó una Congregación en Milán en las ramas masculina y femenina, como han hecho
muchos fundadores y fundadoras a la largo de la historia de la Iglesia.
Cuando se estudia la historia de las fundaciones, nos damos cuenta de que les puso el nombre de Barnanitas por el
simple hecho de que nacieran en la iglesia de san Bernabé de la ciudad alpina.
Se dedican a varios menesteres: la educación, la atención a los pobres, a las familias en las que invertían tiempo sin
escatimar nada, y en general a toda obra eclesial que fuera necesaria.
Hoy día harían falta más fundadores para que se dedicaran a atender a tantas familias desunidas por mor del consumo
y de las costumbres permisivas y desordenas que existen en nuestra sociedad.
Murió en la ciudad que le vio nacer, Cremona (Italia) en el año 1537 a los 37 años. Su lema fue: "Servir sin recompensa y combatir sin sueldo ni provisiones aseguradas'.
Fuentes: Catholic.net, Santopedia
con las antenas de su vida en contacto con Alguien que les aliente en tan difícil misión o tarea.
Cuando vio la luz de este mundo en el 1502, tuvo la desgracia de perder en seguida a su padre. La madre se volcó
enteramente en su hijo dándole una educación en los valores que siempre perduran: la honradez,, la disciplina, la vida
cristiana y el amor a los demás.
Al llegar a su juventud, avalada por estos principios sólidos, le vino la idea de estudiar para hacerse sacerdote.
Juntamente con otros compañeros en el sacerdocio preparó el gran concilio de Trento, un punto clave en la historia de
la Iglesia del siglo XVI.
Fue el concilio que llevó a cabo una gran reforma en el clero y un impulso enorme en la evangelización. El puso a
disposición de todos sus estudios teológicos y de medicina.
Movido por el Espíritu de Dios, fundó una Congregación en Milán en las ramas masculina y femenina, como han hecho
muchos fundadores y fundadoras a la largo de la historia de la Iglesia.
Cuando se estudia la historia de las fundaciones, nos damos cuenta de que les puso el nombre de Barnanitas por el
simple hecho de que nacieran en la iglesia de san Bernabé de la ciudad alpina.
Se dedican a varios menesteres: la educación, la atención a los pobres, a las familias en las que invertían tiempo sin
escatimar nada, y en general a toda obra eclesial que fuera necesaria.
Hoy día harían falta más fundadores para que se dedicaran a atender a tantas familias desunidas por mor del consumo
y de las costumbres permisivas y desordenas que existen en nuestra sociedad.
Murió en la ciudad que le vio nacer, Cremona (Italia) en el año 1537 a los 37 años. Su lema fue: "Servir sin recompensa y combatir sin sueldo ni provisiones aseguradas'.
Fuentes: Catholic.net, Santopedia
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