Benedicto XVI ha señalado el esfuerzo de la humanidad por formar una conciencia común que lleve a crear una “familia de las Naciones”, idea que esbozó el querido Siervo de Dios Juan Pablo II en su discurso a la Asamblea General de Naciones Unidas. “Es necesario –ha evocado el Santo Padre- profundizar en la idea de una unión hacia un mismo destino que, en última instancia, es un destino trascendente, para evitar el retorno de contraposiciones nacionalistas que tan trágicas consecuencias han producido en otros periodos históricos” (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2006).
En este sentido el Papa ha dicho que la situación de tensión internacional que se está viviendo estos días “lleva al debilitamiento de la confianza de que experiencias del pasado, no se vuelvan a repetir”. Pero ante esta desilusión el Pontífice ha pedido no caer en el pesimismo. “Es necesario –ha exhortado- comprometerse activamente para que venga rechazada la tentación de afrontar nuevas situaciones con antiguos sistemas”.
“¡Hay que rechazar la violencia!”, ha sido la exclamación del Papa, pidiendo “la fuerza moral del derecho, negociaciones igualitarias y transparentes para resolver las controversias, a partir de las basadas en la relación entre integridad territorial y autodeterminación de los pueblos, fidelidad a la palabra dada, búsqueda del bien común: éstos son algunos de los caminos principales que hay que recorrer, con tenacidad y creatividad, para construir relaciones fecundas y sinceras, y para asegurar a las generaciones presentes y futuras, tiempos de concordia y de progreso moral y civil”.
Tras este llamamiento el Papa ha pedido que estos pensamientos se transformen en realidad y que se vuelvan oración, “para que todos los miembros de la comunidad internacional y cuantos, en particular, tienen mayor responsabilidad, actúen con generosidad para devolver la paz y la justicia. Que María, Reina de la paz, interceda por nosotros”.
Y antes de este sentido llamamiento por la concordia y la razón entre las naciones, el Santo Padre ha recordado las palabras de la liturgia de hoy a los cientos de fieles congregados en el patio del Palacio Apostólico de Castelgandolfo. Benedicto XVI ha pedido que proclamemos un “sí” convencido a Jesús, porque Jesús es el “Hijo del Dios vivo”, el Mesías prometido, venido a la tierra para ofrecer a la humanidad la salvación y para satisfacer la sed de vida y de amor que vive en cada ser humano. ¡Qué gran ventaja tendría la humanidad si acogiera este anuncio que lleva consigo la felicidad y la paz!”.
El Papa ha recordado después la misión de Pedro y de sus sucesores: servir a la unidad de la única Iglesia de Dios fundada por los judíos y paganos de todos los pueblos; su ministerio indispensable es hacer que ésta no se identifique sólo con una nación, o con una cultura, sino que sea la Iglesia de todos los pueblos, para hacer presente a los hombres, marcados por innumerables divisiones y contrastes, la paz de Dios y la fuerza renovadora de su amor”.
“Entonces, servir a la unidad interior que proviene de la paz de Dios, la unidad de cuantos en Jesucristo se han transformado en hermanos y hermanas, ésta es la misión particular del Papa, Obispo de Roma y sucesor de Pedro”. Ante la responsabilidad de esta misión, Benedicto XVI ha pedido la oración de todos, para que “fieles a Cristo, podamos juntos anunciar y testimoniar su presencia en nuestros días”.
Y tras el rezo mariano del Ángelus y el responso por los fieles difuntos, el Santo Padre ha saludado en varias lenguas, éstas han sido sus palabras en español: “Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana, en particular a los miembros de la Real Archicofradía de Jesús de Medinaceli, de San Fernando, Cádiz. Al dirigirme a vosotros, deseo asegurar que continúo rezando por el eterno descanso de los fallecidos en el trágico accidente aéreo ocurrido el pasado miércoles en el aeropuerto de Madrid, así como por los heridos en el mismo. El Señor conceda fortaleza, consuelo y esperanza a sus familias, a las que quisiera reiterar mi vivo afecto y mi cercanía espiritual. ¡Qué Dios os bendiga!”
Fuente: Radio Vaticano
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