Ciudad del Vaticano, 23 Nov. 09.- Hoy, último domingo del año litúrgico y solemnidad de Cristo Rey, el Papa recordó a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para rezar el Àngelus que esta festividad "de institución relativamente reciente tiene en cambio profundas raíces bíblicas".
"El titulo de rey referido a Jesús -dijo- es muy importante en los Evangelios y permite dar una lectura completa de su figura y su misión de salvación. (...) Cuando Jesús sube a la cruz, los jefes de los judíos se burlan de Èl diciendo: "Es el rey de Israel; que baje ahora de la cruz y creeremos en Èl". En realidad, porque es Hijo de Dios, se entrega libremente a su pasión, y la cruz es el símbolo paradójico de su realeza, que estriba en la victoria del amor de Dios Padre sobre la desobediencia del pecado".
Pero, se preguntó el Santo Padre: "En que consiste el poder real de Jesús? No es el de los reyes y los grandes personajes de este mundo: es el poder divino de dar la vida eterna, de liberar del mal, de derrotar el dominio de la muerte. Es el poder del Amor, que sabe obtener el bien del mal, enternecer los corazones endurecidos, pacificar el conflicto más áspero, encender la esperanza en la oscuridad más profunda".
"Este reino de la Gracia nunca se impone y respeta siempre nuestra libertad -explicó Benedicto XVI-. Cristo vino para "dar testimonio de la verdad". (...) Y cada conciencia debe, eso sí, elegir a quien quiere seguir. (...) Elegir a Cristo no garantiza el éxito según los criterios del mundo, pero asegura la paz y la alegría que solamente Èl puede dar. Lo demuestra, en cada época, la experiencia de tantos hombres y mujeres que, en nombre de Cristo, en nombre de la verdad y de la justicia, supieron oponerse a las lisonjas de los poderes terrenales con sus diversas máscaras, hasta sellar con el martirio su fidelidad".
VIS
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