Santiago de Chile, 26 jul 08.- Al dar su bienvenida, el Cardenal Francisco Javier Errázuriz, Arzobispo de Santiago, dijo: “Vamos a celebrar la fiesta del patrono de la ciudad, tan cercano al Señor, aquel que dejó todo parar seguirlo”, el apóstol que aprendió de Cristo el servicio en medio de la Iglesia y “que llegó a sellar esa lección del Señor derramando, por amor a Cristo, su propia sangre”.
Al comienzo y, como signo de una comunidad inserta en los conflictos de la ciudad, una estudiante secundaria y otro universitario pidieron al Señor: “Danos el don de ser hombre y mujeres de paz para no ser tentados por la violencia”, así como también rezaron para que Apóstol Santiago les regale la fuerza de su testimonio.
Al comienzo y, como signo de una comunidad inserta en los conflictos de la ciudad, una estudiante secundaria y otro universitario pidieron al Señor: “Danos el don de ser hombre y mujeres de paz para no ser tentados por la violencia”, así como también rezaron para que Apóstol Santiago les regale la fuerza de su testimonio.
Monseñor Fernando Ramos, rector del Seminario Pontificio, fue el encargado de la homilía donde señaló que “a partir de nuestra fe en Cristo resucitado sabemos que este Apóstol vive y permanece de manera misteriosa en los anhelos desvelos y esperanzas de muchas diócesis del mundo (…) Recordarlo en esta acción litúrgica es convocarlo con su vida e intercesión a nuestra vida eclesial para que nos acompañe e inspire en cada desafío pastoral que hemos de enfrentar”. En este sentido el sacerdote interpeló a la feligresía sobre el seguimiento de Cristo, “contemplar la figura del Apóstol Santiago nos ayudará a interrogarnos acerca de nuestra propia fidelidad al proyecto del Señor a ver en qué medida hemos sido capaces de ajustarnos a la vida apostólica que Santiago vivió”.
Al estilo de Jesús
Al relatar el llamado que hizo el Señor a Santiago, Monseñor Ramos indicó que la “delicadeza del estilo de Jesús nos enseña que para invitar a otros a seguir al Señor hay que descender a la vida concreta y cotidiana de la gente y allí, hablando su idioma, anunciarles la venida del Reino de Dios en Jesucristo”. Agregó: “Esto reviste especial importancia cuando nos encontramos a pocos días de dar inicio a la gran misión, tanto a nivel continental como nacional. Llegar a ser una Iglesia auténticamente misionera será posible en la medida en que repitamos la forma de actuar e Jesús, lo cual significa llegar a tocar y palpar la vida cotidiana de la gente la cual pretendemos evangelizar”.
Tomando los desafíos propuestos por la V Conferencia General del Espiscopado Latinoamericano, interrogó sobre la centralidad de Jesucristo, “¿Estamos dispuestos a reorientar nuestra vida y nuestros enfoques pastorales a la luz de lo que el Señor nos está invitando a realizar? ¿Queremos verdaderamente llevar a cabo la conversión pastoral a la que Aparecida nos invita para así entrar decididamente en los procesos constantes de renovación misionera y abandonar las estructuras caducas que ya no favorecen la transmisión de la fe? Estas y otras preguntas se nos plantean a ver la vida apostólica de Santiago”.
Finalmente explicó que el martirio del Apóstol “se nos presenta como modelo de santidad y fecundidad apostólica porque transparenta a Cristo, el único sano y auténtico buen pastor porque dio su vida por sus ovejas”.
Fuente: Iglesia.cl
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