Domingo, 10 ago (RV).- El Santo Padre Benedicto XVI, movido por la angustia de las noticias que llegan desde Georgia, y como anticipaba ayer el director de la Oficina de Prensa Vaticana, el Padre Federico Lombardi, ha dirigido al final del Ángelus de este domingo, una palabras de aliento a la población de Osetia del Sur: “Son motivo de profunda angustia las noticias, cada vez más dramáticas, de los trágicos sucesos que se están verificando en Georgia y que, a partir de la región de Osetia meridional, ya han causado muchas víctimas inocentes y obligado a un gran número de civiles a dejar las propias casas. Es mi deseo que cesen inmediatamente las acciones militares y que se abstenga, en nombre de la herencia común cristiana, de ulteriores enfrentamientos violentos, que puedan degenerar en un conflicto todavía mayor; y que en cambio se retome el camino de la negociación y del diálogo respetuoso y constructivo, evitando de este modo más sufrimiento a esa querida población”.
Tras este llamamiento, Benedicto XVI ha invitado a toda la comunidad internacional y a los países más influyentes en la situación actual, “a cumplir todos los esfuerzos necesarios para apoyar y promover iniciativas dirigidas a alcanzar una solución pacífica y duradera, en favor de una convivencia respetuosa. Junto a nuestros hermanos ortodoxos recemos intensamente por estas intenciones, que confiamos con esperanza a la intercesión de la Virgen María, madre de Jesús, y a todos los cristianos”. Antes del llamamiento por la paz en Georgia, que fue acogido con un gran aplauso por los 9.000 fieles congregados en la plaza de la catedral de Bressanone, el Santo Padre ha expresado, en su alocución previa al rezo mariano de este último Ángelus desde esta localidad, su agradecimiento por la acogida recibida y por el descanso que ha podido cumplir estas dos semanas que le ha servido, ha explicado, para rezar y meditar.
En relación a estas meditaciones, Benedicto XVI ha querido recordar una en particular: su estancia en Australia durante la Jornada Mundial de la Juventud, evocando en modo particular la alegría “sana” de los jóvenes que participaron en ese importante encuentro.
En este sentido, el Papa ha recordado, que “para estar alegres no hace falta recurrir al alcohol o a sustancias estupefacientes”, porque en aquellos jóvenes “había felicidad por encontrarse y descubrir juntos un nuevo mundo”. Realidad que ha llevado al Santo Padre ha preguntarse sobre cuál es la diferencia entre esos jóvenes y sus coetáneos, que “buscando falsas evasiones, buscan experiencias degradantes que a menudo acaban en tragedia”.
“Éste es un producto típico de la llamada ‘sociedad de bienestar’ que, para colmar el vacío interior y el aburrimiento que lo acompaña, induce a intentar llevar a cabo experiencias nuevas, más emocionantes, más extremas. Por lo que incluso las vacaciones arriesgan en disiparse en un intento vano de búsqueda de placer”.
Benedicto XVI ha recordando a los jóvenes, que de este modo el espíritu no se reposa y no encuentra su paz interior, es más, “acaba por estar más cansado y triste que antes”. Pero este mensaje no lo ha querido destinar sólo a los jóvenes, el Papa ha señalado que va dirigido a todos, porque “la persona humana se regenera sólo en la relación con Dios, y a Dios lo encuentra aprendiendo a escuchar su voz en la quietud interior y en el silencio”.
“Oremos para que en una sociedad en la que se va siempre a la carrera, las vacaciones sean días de verdadera distensión durante los cuales se sepa buscar momentos para el recogimiento y la oración, indispensables para encontrar profundamente a cada uno y a los demás”. Y como es tradicional, tras el rezo mariano del Ángelus y el responso por los fieles difuntos, el Papa ha saludado en varias lenguas a todos los fieles.
Antes del rezo mariano del Ángelus, a primera hora de la mañana se ha celebrado en la plaza de la catedral de Bressanone, la Santa Misa que ha presidido el obispo de Bolzano-Bressanone, monseñor Wilhelm Egger. Durante su homilía ha recordado que el evangelio de hoy –sobre las revelaciones y la profesión de fe- evoca los temas que aborda Benedicto XVI en su libro “Jesús de Nazareth”.
“El mensaje de estas páginas bíblicas es claro –ha explicado Mons. Egger a los fieles congregados en la plaza de la catedral – tenemos necesidad de silencio y de oración, sobre todo cuando tenemos que afrontar compromisos importantes”, invitando de este modo a un recogimiento personal en oración.
Tras este llamamiento, Benedicto XVI ha invitado a toda la comunidad internacional y a los países más influyentes en la situación actual, “a cumplir todos los esfuerzos necesarios para apoyar y promover iniciativas dirigidas a alcanzar una solución pacífica y duradera, en favor de una convivencia respetuosa. Junto a nuestros hermanos ortodoxos recemos intensamente por estas intenciones, que confiamos con esperanza a la intercesión de la Virgen María, madre de Jesús, y a todos los cristianos”. Antes del llamamiento por la paz en Georgia, que fue acogido con un gran aplauso por los 9.000 fieles congregados en la plaza de la catedral de Bressanone, el Santo Padre ha expresado, en su alocución previa al rezo mariano de este último Ángelus desde esta localidad, su agradecimiento por la acogida recibida y por el descanso que ha podido cumplir estas dos semanas que le ha servido, ha explicado, para rezar y meditar.
En relación a estas meditaciones, Benedicto XVI ha querido recordar una en particular: su estancia en Australia durante la Jornada Mundial de la Juventud, evocando en modo particular la alegría “sana” de los jóvenes que participaron en ese importante encuentro.
En este sentido, el Papa ha recordado, que “para estar alegres no hace falta recurrir al alcohol o a sustancias estupefacientes”, porque en aquellos jóvenes “había felicidad por encontrarse y descubrir juntos un nuevo mundo”. Realidad que ha llevado al Santo Padre ha preguntarse sobre cuál es la diferencia entre esos jóvenes y sus coetáneos, que “buscando falsas evasiones, buscan experiencias degradantes que a menudo acaban en tragedia”.
“Éste es un producto típico de la llamada ‘sociedad de bienestar’ que, para colmar el vacío interior y el aburrimiento que lo acompaña, induce a intentar llevar a cabo experiencias nuevas, más emocionantes, más extremas. Por lo que incluso las vacaciones arriesgan en disiparse en un intento vano de búsqueda de placer”.
Benedicto XVI ha recordando a los jóvenes, que de este modo el espíritu no se reposa y no encuentra su paz interior, es más, “acaba por estar más cansado y triste que antes”. Pero este mensaje no lo ha querido destinar sólo a los jóvenes, el Papa ha señalado que va dirigido a todos, porque “la persona humana se regenera sólo en la relación con Dios, y a Dios lo encuentra aprendiendo a escuchar su voz en la quietud interior y en el silencio”.
“Oremos para que en una sociedad en la que se va siempre a la carrera, las vacaciones sean días de verdadera distensión durante los cuales se sepa buscar momentos para el recogimiento y la oración, indispensables para encontrar profundamente a cada uno y a los demás”. Y como es tradicional, tras el rezo mariano del Ángelus y el responso por los fieles difuntos, el Papa ha saludado en varias lenguas a todos los fieles.
Antes del rezo mariano del Ángelus, a primera hora de la mañana se ha celebrado en la plaza de la catedral de Bressanone, la Santa Misa que ha presidido el obispo de Bolzano-Bressanone, monseñor Wilhelm Egger. Durante su homilía ha recordado que el evangelio de hoy –sobre las revelaciones y la profesión de fe- evoca los temas que aborda Benedicto XVI en su libro “Jesús de Nazareth”.
“El mensaje de estas páginas bíblicas es claro –ha explicado Mons. Egger a los fieles congregados en la plaza de la catedral – tenemos necesidad de silencio y de oración, sobre todo cuando tenemos que afrontar compromisos importantes”, invitando de este modo a un recogimiento personal en oración.
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