Ciudad del Vaticano, 18 ago 08.- “Que todos sean uno, como tú y yo”, con estas palabras que definen el carisma de Chiara Lubich, nace en Roma un centro a ella dedicado con el fin de recoger, conservar y poner a disposición del movimiento y de todo el mundo, el rico patrimonio che Chiara dejó. El centro dedicado a la fundadora del Movimiento de los Focolares, recogerá documentos, cartas, discursos, y vídeos de Chiara Lubich.
Eli Folonari, ha sido elegida de forma unánime como directora de este centro, ya que ella estuvo durante cincuenta años al lado de Chiara, como secretaria personal. A su lado contará con los primeros focolarinos, como testigos oculares de la entera obra carismática de la fundadora, con el fin de “mantener viva la revolución evangélica en el mundo, para responder a las expectativas de la Iglesia y de la humanidad”.
En este sentido, durante la presentación del proyecto a principios del mes de agosto, la nueva presidenta del movimiento de los focolares, María Emmaus, expresó la urgencia, advertida por todos, de vivir con nueva radicalidad la herencia de Chiara Lubich: esa dinámica cotidiana de dolor y de amor que “genera” la presencia espiritual de Jesús entre los suyos, desde siempre la fuerza creativa y propulsora de la vida del movimiento.
Un camino que los propios Papas animan a seguir, como señaló el propio Benedicto XVI recientemente dirigiéndose a los delegados de la asamblea del Movimiento de los focolares, pidiéndoles que “prosigan con felicidad y valentía en el surco de la herencia espiritual de Chiara Lubich incrementando cada vez más, las relaciones de comunión en las familias, en las comunidades, y en cada ámbito de la sociedad”.
Chiara Lubich nació en Trento el 22 de enero 1920, en el seno de una modesta familia. Vive años de verdadera pobreza a causa de la crisis económica del tiempo. Aún muy joven, da lecciones privadas para pagarse los estudios. De la madre, ferviente cristiana, hereda la fe; del padre, socialista, una viva sensibilidad social. Desde pequeña madura en ella la llamada a una “vida cristiana alta”. A los 18 años da clases en la escuela primaria. Pero en ella es fuerte la búsqueda de la Verdad, la búsqueda de Dios. Se inscribe en la Facultad de Filosofía de Venecia. Interrumpe sus amados estudios a causa de la guerra. Pero tiene una certeza: Jesús, “camino, verdad, vida será su Maestro”. A los 19 años, las premisas de su aventura espiritual. En el santuario de Loreto, donde la tradición dice que se custodia la casita en la que vivieron Jesús, José y María, tiene la intuición que surgirá un camino nuevo en la Iglesia, sobre el modelo de la familia de Nazareth y muchos lo seguirán.
Estalla el segundo conflicto mundial. En los refugios, junto con sus primeras compañeras, lleva sólo el Evangelio. Aquellas palabras fueron como iluminadas por una luz nueva. Las traducen enseguida en vida. Sobre las ruinas de la guerra inicia una experiencia de redescubrimiento del Evangelio que se adentra en los barrios más o pobres de Trento, con el objetivo de revolver los problemas sociales de la ciudad.
Más allá de cualquier expectativa, es Chiara misma quien abre en el Movimiento los diálogos previstos por el Concilio Vaticano II. Se revelarán como caminos privilegiados para contribuir a componer en unidad a la familia humana. Desde los inicios del Movimiento, Chiara no ve en el descubrimiento del Evangelio un hecho sólo espiritual, sino que la anima la certeza que el Evangelio puesto en práctica comporta la más potente revolución social. En este último decenio se está poniendo en evidencia la renovación que se ha dado en los más diferentes ámbitos de la cultura, economía, política, comunicación, arte, ciencias. Dos ejemplos:
En 1991, durante un viaje a Brasil, frente a los enormes desequilibrios económicos de ese País lanza un movimiento en el campo económico con el proyecto de la Economía de Comunión que inspira la gestión de más de 700 empresas de producción y servicios “for profit” en los cinco continentes, destinando parte de las utilidades a los que menos tienen. Se trazan las líneas de una nueva economía capaz de incidir sobre los enormes desequilibrios entre ricos y pobres. Tres Polígonos industriales están desarrollándose en las 'ciudadelas' de San Pablo (Brasil), O'Higgins (Argentina) y Loppiano (Florencia).
En 1996, Chiara da inicio al Movimiento político por la unidad al que ahora adhieren políticos de las más diversas tendencias, en varios Países, acomunados por la fraternidad, asumida como categoría política. Del 1995 al 2008, los reconocimientos por parte civil y religiosa que le han otorgado organizaciones internacionales, como el Premio UNESCO por la Educación a la Paz, en el ’98 en Estrasburgo, el Premio Derechos Humanos del Consejo de Europa, los doctorados honoris causa en diferentes disciplinas, ciudadanías honorarias, son para Chiara otras muchas ocasiones para testimoniar el ideal de unidad que la anima y que se revela cada vez más como una respuesta a los profundos cambios que se están realizando en este nuevo siglo.
Fuente: Radio Vaticano
Eli Folonari, ha sido elegida de forma unánime como directora de este centro, ya que ella estuvo durante cincuenta años al lado de Chiara, como secretaria personal. A su lado contará con los primeros focolarinos, como testigos oculares de la entera obra carismática de la fundadora, con el fin de “mantener viva la revolución evangélica en el mundo, para responder a las expectativas de la Iglesia y de la humanidad”.
En este sentido, durante la presentación del proyecto a principios del mes de agosto, la nueva presidenta del movimiento de los focolares, María Emmaus, expresó la urgencia, advertida por todos, de vivir con nueva radicalidad la herencia de Chiara Lubich: esa dinámica cotidiana de dolor y de amor que “genera” la presencia espiritual de Jesús entre los suyos, desde siempre la fuerza creativa y propulsora de la vida del movimiento.
Un camino que los propios Papas animan a seguir, como señaló el propio Benedicto XVI recientemente dirigiéndose a los delegados de la asamblea del Movimiento de los focolares, pidiéndoles que “prosigan con felicidad y valentía en el surco de la herencia espiritual de Chiara Lubich incrementando cada vez más, las relaciones de comunión en las familias, en las comunidades, y en cada ámbito de la sociedad”.
Chiara Lubich nació en Trento el 22 de enero 1920, en el seno de una modesta familia. Vive años de verdadera pobreza a causa de la crisis económica del tiempo. Aún muy joven, da lecciones privadas para pagarse los estudios. De la madre, ferviente cristiana, hereda la fe; del padre, socialista, una viva sensibilidad social. Desde pequeña madura en ella la llamada a una “vida cristiana alta”. A los 18 años da clases en la escuela primaria. Pero en ella es fuerte la búsqueda de la Verdad, la búsqueda de Dios. Se inscribe en la Facultad de Filosofía de Venecia. Interrumpe sus amados estudios a causa de la guerra. Pero tiene una certeza: Jesús, “camino, verdad, vida será su Maestro”. A los 19 años, las premisas de su aventura espiritual. En el santuario de Loreto, donde la tradición dice que se custodia la casita en la que vivieron Jesús, José y María, tiene la intuición que surgirá un camino nuevo en la Iglesia, sobre el modelo de la familia de Nazareth y muchos lo seguirán.
Estalla el segundo conflicto mundial. En los refugios, junto con sus primeras compañeras, lleva sólo el Evangelio. Aquellas palabras fueron como iluminadas por una luz nueva. Las traducen enseguida en vida. Sobre las ruinas de la guerra inicia una experiencia de redescubrimiento del Evangelio que se adentra en los barrios más o pobres de Trento, con el objetivo de revolver los problemas sociales de la ciudad.
Más allá de cualquier expectativa, es Chiara misma quien abre en el Movimiento los diálogos previstos por el Concilio Vaticano II. Se revelarán como caminos privilegiados para contribuir a componer en unidad a la familia humana. Desde los inicios del Movimiento, Chiara no ve en el descubrimiento del Evangelio un hecho sólo espiritual, sino que la anima la certeza que el Evangelio puesto en práctica comporta la más potente revolución social. En este último decenio se está poniendo en evidencia la renovación que se ha dado en los más diferentes ámbitos de la cultura, economía, política, comunicación, arte, ciencias. Dos ejemplos:
En 1991, durante un viaje a Brasil, frente a los enormes desequilibrios económicos de ese País lanza un movimiento en el campo económico con el proyecto de la Economía de Comunión que inspira la gestión de más de 700 empresas de producción y servicios “for profit” en los cinco continentes, destinando parte de las utilidades a los que menos tienen. Se trazan las líneas de una nueva economía capaz de incidir sobre los enormes desequilibrios entre ricos y pobres. Tres Polígonos industriales están desarrollándose en las 'ciudadelas' de San Pablo (Brasil), O'Higgins (Argentina) y Loppiano (Florencia).
En 1996, Chiara da inicio al Movimiento político por la unidad al que ahora adhieren políticos de las más diversas tendencias, en varios Países, acomunados por la fraternidad, asumida como categoría política. Del 1995 al 2008, los reconocimientos por parte civil y religiosa que le han otorgado organizaciones internacionales, como el Premio UNESCO por la Educación a la Paz, en el ’98 en Estrasburgo, el Premio Derechos Humanos del Consejo de Europa, los doctorados honoris causa en diferentes disciplinas, ciudadanías honorarias, son para Chiara otras muchas ocasiones para testimoniar el ideal de unidad que la anima y que se revela cada vez más como una respuesta a los profundos cambios que se están realizando en este nuevo siglo.
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