Ciudad del Vaticano, 23 Mar. 09.- Esta mañana a las 9,30 Benedicto XVI se trasladó de la nunciatura apostólica en Luanda al aeropuerto 4 de Fevereiro de esa ciudad, desde donde a las 10,30 se embarcó hacia Roma. Despidieron al Papa el presidente de la República de Angola, José Eduardo dos Santos y las autoridades civiles, militares y religiosas del país.
Después de agradecer a todos los esfuerzos realizados durante su visita, el Papa pronunció un breve discurso.
"Doy gracias a Dios -dijo- por haber encontrado una Iglesia viva y, a pesar de las dificultades, llena de entusiasmo, que ha sabido llevar sobre sus espaldas la cruz propia y la de los demás, atestiguando ante todos la fuerza salvífica del mensaje e invitando al ejercicio de una caridad fraterna abierta a la acogida de todos, en el respeto de las ideas y los sentimientos de todos. (...) Estoy contento de haber conocido a un pueblo valiente y decidido a renacer. No obstante las resistencias y los obstáculos, este pueblo quiere edificar su futuro caminando por senderos de perdón, de justicia y solidaridad".
El Papa lanzó un llamamiento para que "el cumplimiento de las legítimas aspiraciones de los poblaciones más necesitadas constituya la preocupación fundamental de los que tienen un encargo público, ya que su intención, estoy seguro, es la de llevar a cabo la misión recibida, no en favor de ellos mismos sino del bien común. Nuestro corazón no estará en paz mientras haya hermanos que sufren por falta de alimento, de trabajo, de una casa o de otros bienes fundamentales. Para dar una respuesta concreta a estos hermanos nuestros, el primer reto es el de la solidaridad: solidaridad entre las generaciones, entre las naciones y los continentes, que genere una división cada vez más equitativa de los recursos de la tierra entre todos los seres humanos".
Desde el "continente donde el Verbo encarnado en persona encontró refugio", Benedicto XVI pidió a Dios que diera "protección y ayuda a los incontables refugiados y expatriados que vagan a la espera de regresar a sus hogares". "¡Dios os ama como a hijos e hijas -exclamó el Santo Padre- y vela sobre vuestros días y vuestras noches, sobre vuestras fatigas y aspiraciones!".
"¡Valor, hermanos y amigos de África!", se despidió el Papa. "No os canséis de progresar en la paz, perdonando y trabajando para la reconciliación nacional con el fin de que la violencia no prevalezca jamás sobre el diálogo, ni el miedo y el desaliento sobre la confianza, ni el rencor sobre el amor fraterno. Será posible si os reconocéis unos a otros como hijos del mismo y único Padre del Cielo".
Finalizado el discurso, Benedicto XVI emprendió el vuelo de regreso a Roma, donde está previsto que aterrice esta tarde hacia las 18.00.
VIS
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