Fue elegido obispo de Rávena en el 424 y cuidó celosamente de sus fieles con numerosos escritos y sermones.
Tanta altura y piedad tuvo su predicación que mereció el apelativo de crisólogo: palabra de oro.
Murió alrededor del año 450
Etimológicamente significa: Pedro =” roca”
Crisólogo = “palabra de oro”.
Vienen de las lenguas hebrea y griega.
Rávena era en su tiempo la sede en que estaban los emperadores de Occidente.
Cuando murió Ursus, que era el obispo, el mismo Papa nombró como su sucesor a un sencillo diácono de Imola, la ciudad cercana.
Se cuenta que esta elección la llevó a cabo el mismo apóstol san Pedro y san Apolinar, el primer obispo de Rávena.
Su nombre real era solamente Pedro. Sin embargo, como su don de palabra y elocuencia eran tan sublimes, todo el mundo le llamaba “Crisólogo”.
Este apodo o apelativo le encajaba mejor con lo que realmente era. Basta leer hoy mismo sus Sermones para caer en la cuenta de su belleza literaria, de su profundo sentido religioso y su brevedad en contar la verdad.
Debido a sus méritos intelectuales y a su extraordinaria forma en comunicar la doctrina y la vida de Cristo, la Iglesia lo nombró doctor por ser uno de sus hijos más preclaros.
Estamos en el año 451, fecha en la que murió santamente. Si está en tus manos leer y meditar sus 170 sermones, que son los que se conservan, podrás pasar ratos de verdadero gozo espiritual, histórico y religioso al mismo tiempo.
¿Cuáles son las ideas que sobresalen en sus Sermones?
Se podrían sintetizar en dos. La primera, es la obediencia que en todo momento prestó al Papa como sucesor del Vicario de Cristo en la tierra. Aunque tuviese dificultades, sobre todo cuando el caso de san Germán y el emperador, en todo instante se mantuvo del lado del Papa.
Hay un segundo tema que se repite a menudo: es su íntima devoción a la Madre de Dios. Sus palabras, al hablar de la Virgen, transpiran amor acendrado, limpio y puro.
También se distinguió por su tacto diplomático a la hora de solventar problemas políticos. El Papa Benedicto XIII lo declaró doctor de la Iglesia en 1729.
Catholic.net
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