Ciudad del Vaticano.- "¡Desarrollen con amor, devoción y fidelidad su trabajo de ministrantes; prepárense bien para la Santa Misa!". En alemán, estas fueron las palabras del Papa Benedicto XVI en la audiencia general de hoy a los millares de acólitos europeos que, por segundo día consecutivo, cubrieron completamente la Plaza de San Pedro. Esta fue la primera audiencia general después de la pausa por las vacaciones de verano del Papa, en Castel Gandolfo.
El Papa ingresó a la Plaza de San Pedro en el papamóvil, entre animadas canciones alemanas, atravesando todos los sectores llenos de jóvenes. En total, eran 55 mil acólitos que peregrinaron a Roma por los 50 años de la Coetus Internationalis Ministrantium (CIM), asociación que, de modo informal, reúne a todos los acólitos de los países europeos. La audiencia transcurrió en una atmósfera de mucha alegría y los jóvenes crearon una ambiente festivo típico de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Debido a la gran presencia de alemanes y suizos de regiones donde se habla el alemán, el Santo Padre dirigió la catequesis en su lengua materna.
"¡Hay innúmeros de ustedes hoy aquí! ¡Con vuestra presencia, tornan más alegres, no solo este lugar, sino también mi corazón! ¡Gracias!", inició la catequesis un Papa relajado y sonriente. Sobre sus espaldas había un pañuelo blanco, similar a los que los acólitos usaban con los colores de sus respectivos países. Acompañaba al Papa en la audiencia general el secretario de Estado, el Cardenal Tarcisio Bertone, que lleva el nombre del santo homenajeado.
A lado del púlpito destinado al Papa fue dispuesta una gran imagen de San Tarcisio, primer joven mártir romano y patrono de los acólitos. La estatua de bronce de cinco metros de altura y cuatro toneladas será transferida mañana a las Catacumbas de San Calixto en Roma, donde, según la tradición, el joven mártir fue sepultado.
"San Tarcisio amaba mucho la Eucaristía y, analizando varios elementos, podemos concluir que hubiese sido un acólito, un ministrante", observó el Papa al presentar la figura del santo. San Tarcisio fue un joven cristiano romano que vivió en los tiempos del emperador Valeriano, gobernante que continuó las persecuciones a los cristianos. San Tarcisio fue uno de los portadores de la Eucaristía a los enfermos y los presos. Murió apedreado por soldados romanos, se cree, el 15 de agosto.
San Tarcisio enseña "el profundo amor y la gran veneración" por la Eucaristía, que "es un bien precioso, un tesoro cuyo valor no se puede medir", dijo el Papa. La Eucaristía "es el Pan de vida, es Jesús que se vuelve alimento, sostén y fuerza para nuestro camino del día a día y entrada abierta para la vida eterna".
A los millares de acólitos presentes, el Pontífice resaltó que desarrollan un "trabajo importante", y que tienen suerte de estar próximos al altar en el momento de la consagración. "A nosotros probablemente no es pedido el martirio, pero Jesús nos pide fidelidad en las pequeñas cosas, los trabajos cotidianos, el testimonio de Su amor", declaró Benedicto XVI al final de su catequesis.
Gaudium Press
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