
“¡Cuántos testimonios de esta materna solicitud suya descubrimos visitando los Santuarios a Ella dedicados!”, ha exclamado Benedicto XVI evocando después a la singular ciudadela mundial de la vida y de la esperanza que es Lourdes donde, “Dios mediante, viajaré dentro de un mes, para celebrar el 150 aniversario de las Apariciones Marianas ocurridas en ese lugar”.
“María Asunta al cielo – ha terminado diciendo el Papa – nos indica la meta última de nuestra peregrinación en la tierra. Nos recuerda que todo nuestro ser – espíritu, alma y cuerpo – está destinado a la plenitud de la vida; que quién vive y muere en el amor de Dios y del prójimo será transfigurado a imagen del cuerpo glorioso de Cristo Resucitado; que el Señor humilla a los soberbios y ensalza a los humildes. Esto lo proclama la Virgen eternamente con el misterio de su Asunción. ¡Que Tú siempre seas alabada, oh Virgen María!. Reza al Señor por nosotros”.
Tras el rezo del ángelus y del responso por los fieles difuntos el Santo Padre ha saludado en varias lenguas. Éste ha sido su saludo en español:
Fuete: Radio Vaticano
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